AL QUE NO QUIERE CALDO, SE LE DAN DOS TAZAS
- P.
- 22 feb 2017
- 3 Min. de lectura

¿Qué sucede cuando te reencuentras con alguien solo por un par de minutos? Todos los recuerdos y sentimientos vuelven a tu mente. Eso me pasó.
El nerviosismo, el miedo y la incertidumbre se apoderaron de mí; pasaron muchos meses, muchos intentos fallidos (por mi parte) y situaciones que se salieron de mis manos para que ese reencuentro se diera. Había soñado tantas veces con ese momento, siempre quise saber cómo íbamos a reaccionar. Los meses pasaron volando, la fecha estaba cada vez más cerca, los nervios y las demás emociones se hacían cada vez más fuertes.
Pensaba que mi mente estaba “organizada”, que sabía lo que iba a decir pero claramente no fue así.
Desde muchos antes que aterrizara en mi país, mi corazón ya estaba a 1000 km/H y ustedes se imaginaran de cómo me sentí cuando me enteré de que ya estaba pisando este país, este continente. Manos frías y sudorosas, el corazón por poco y sale corriendo, todos los recuerdos de casi año y medio y todas las ilusiones regresaron de golpe.
Ustedes me vieran la primera vez que lo vi cruzar en frente mío ¡Casi me vuelvo loca! Todo era tan surreal pero bueno, eso lo diré unos renglones más abajo.
Yo pensaba (Y juraba) que después de tanto tiempo y tantas cosas, el cariño iba a mermar pero... ¡Qué equivocada estaba!. Había algo en mí que no me dejaba avanzar, no sabía qué era, mis amigos hacían todo lo contrario de ayudarme a aclarar mis pensamientos, me hacían dudar de mi misma.
Cuando lo vi, cuando lo tuve en frente, cuando estaba tan cerquita, cuando lo abracé, sentí una paz, una tranquilidad, una sensación de que todo estaba bien, de que todo lo duro y las cosas difíciles que pasaron en ese año iban a mejorar y su voz me derretía (como supuse que pasaría). Pero no todo están chévere, al suceder todo lo anterior descubrí mi miedo, el cual estuvo conmigo siempre y no lo había podía descifrar: No quería volver a sentir esa tristeza, esas ganas de que no se fuera que abundaron en mí un primero de noviembre del 2015. Esas ganas de llorar, esa impotencia.
Con ningún otro, les juro, con ningún otro me sentí así y con este lo sentí por partida doble. Al que no quiere caldo, se le dan dos tazas.
Me hacía feliz saber que estaba en mi misma ciudad, que aunque no era permitido vernos sabía que respirábamos el mismo aire, caminábamos las mismas calles, cuando iba camino a trabajar eso de pasar al lado de su hotel y decir en voz baja “Hola” eran pequeños placeres de la vida. Hoy pasé por esa misma calle y todo es un déjá vu, un triste déjà vu.
Yo sé que todo esto puede sonar tonto, que dirán mil cosas: “Por qué no aprovechó” "Se lo dijimos” “Eso le pasa por lenta” “Usted decidió sentirse así”. Pero nadie sabe cómo son verdaderamente las cosas hasta que no le suceden, hasta que no pasas por una situación así.
Pero algo que no puedo evitar decir es que fui la persona más orgullosa cuando lo vi cumplir una de sus promesa, la de ganar. Ese momento, aunque dudo que él o cualquier otra persona me crea, fue para mí el más importante, no tanto por que ganara una medalla o porque tuviera algún tipo de recompensa sino porque lo vi a él cumpliendo sus sueños, sus metas, sus anhelos que es al fin y al cabo por lo que tanto él ha luchado y por lo que tantas ilusiones nos creamos. Esos videos de la carrera y de la premiación son unos tesoros para mí y que nunca me cansaré de ver pasen las cosas que pasen; porque estuve ahí, lo presencié. Sentí que sus triunfos fueron los míos.
No tengo la más mínima idea de lo que va a suceder después de esto, tal vez las cosas se acabaron, tal vez nunca me vuelva a hablar (y menos si llega a leer este post), tal vez el contacto siga de una forma un poco alejada, pero desearía con todas mis fuerzas que las cosas fueran como antes porque hoy descubrí que un ciclo el cual me atormentaba y no me dejaba avanzar ya se cerró y que el rumbo más incierto es el que sigue abierto por que no tengo la mínima idea y la verdad no quiero saber qué es lo que sucede al otro lado del mundo, eso de sufrir no me gusta. De una cosa sí estoy segura, los papeles esta vez, se invirtieron.
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