Dos años después, un concierto otra vez.
- P.
- 23 oct 2015
- 2 Min. de lectura
¿Cómo es posible dejar pasar dos años para volver a un concierto de tu banda favorita? Bueno, eso fue justo lo que me sucedió en esta noche. Siendo ya la madrugada y recordando cada maravillosa canción que hoy presentó The Mills en su concierto me voy a dormir llena de una emoción que hace mucho no sentía, y sí, definitivamente cantar a todo pulmón hace falta de vez en cuando.
A esta banda de rock colombiano la sigo ya desde hace cuatro o cinco años, y cada concierto es único, es emocionante y siempre se siente como si fuera el primer concierto de toda tu vida; no importa si ya has ido a cinco o a diez, esas ansias de que salgan a cantar es inigualable. Al último concierto de ellos que yo había asistido fue en Diciembre del 2013 y desde esa tarde siempre se me presentaban inconveniente para poder asistir a otras presentaciones en la ciudad. Hoy fue la excepción; una amiga logró conseguir boletas y bueno, allá estuvimos.
Casi me aplastan, casi me caigo pero no importa, en un concierto todo vale.
Cuando sentí que en un momento mi espacio personal era casi nulo me di cuenta de que ellos estaban llegando a la tarima, y como buena conciertera yo estaba en primera fila. A los dos segundos ya estaban en tarima. Al sonar las primeras canciones sentí como si el alma regresara a mi cuerpo, tantos buenos recuerdos que me evocaban cada una de las canciones y cantarlas (casi todas) de la “mejor” manera. La cosa más chévere es que te reconozcan; la verdad, lo creía casi imposible, ya habían pasado dos años, antes tenía 16 años y hoy tengo 18 años pero en serio me llevé una gran sorpresa. Aún se acordaban de mí.
Llegó el turno de la canción, de esa canción con la que los conocí gracias a una serie de televisión, esa canción que nunca te aburres de escuchar y ni menos de cantar como si nadie te estuviera escuchando. Efectivamente esa fue la forma en que canté, como si no me importara nada, y nada me importó.
Viví.
La noche terminó de la mejor manera: mi voz no da más, mi espalda duele, mis oídos sufrieron pero todo, absolutamente todo valió la pena. Aprendí que no dejaré que vuelvan a pasar dos años para gozarme la vida y recordar buenas épocas. Una de las mejores cosas es que no lo gocé sola, la compañía siempre es bonita y más cuando son gustos parecidos o cuando ocurren las bellas coincidencias de la vida.
A The Mills solo les digo unas pequeñas cositas: Gracias por una asombrosa noche, gracias por que con su música, con esas canciones que siempre me han llegado al alma y con esos maravillosos conciertos que se mandan, me hacen sentir como esa emocionada niña de 13 años la cual va a su primer concierto y gracias miles por darlo todo en el escenario, se lucen la verdad.
Cali es su casa.
Nos leemos luego,
P.
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